El final del año se acerca, y con él, la llegada de un tiempo para reflexionar, hacer balance, y reencontrarnos con nuestras intenciones. Es una época que nos invita a pausar, a mirar atrás y, al mismo tiempo, a prepararnos para lo que viene. Cerrar ciclos puede ser maravilloso, pero también trae consigo desafíos únicos, sobre todo cuando intentamos mantener nuestra práctica y cuidado personal en medio de tantas actividades, compromisos y cambios de rutina.
Aquí comparto algunas ideas y consejos que pueden ayudarte a seguir conectada contigo misma durante esta temporada, manteniendo tu práctica viva y fluida, y preparándote espiritualmente para un nuevo comienzo.
Haz espacio para lo realmente importante
Durante las fiestas, es fácil caer en la trampa de intentar hacer demasiado. La lista de compromisos se alarga, y solemos poner nuestras prácticas y autocuidados en segundo plano. Tómate un momento para identificar lo que realmente deseas conservar en tu vida y lo que puedes soltar.
¿Qué actividades, personas y experiencias aportan paz y crecimiento?
¿Cuáles puedes dejar a un lado para dedicar más tiempo a aquello que realmente nutre tu espíritu?
Práctica recomendada: En una libreta o diario, haz una lista de tres cosas que deseas priorizar en este cierre de año. Cada día, reserva un momento para reflexionar y conectar con esa intención.
Adapta tu práctica a la realidad de la temporada
Con el frío, el ritmo de la naturaleza nos invita a buscar espacios más introspectivos y a honrar la calma. Puede que el final de año no sea el momento ideal para sesiones largas o prácticas intensas. No necesitas mantener exactamente la misma rutina que en otras épocas; de hecho, cambiarla puede traerte un nuevo aire y una sensación de novedad.
Una práctica más corta y suave puede ser igual de poderosa.
Práctica recomendada: Si tienes poco tiempo, dedica unos minutos al día a movimientos de apertura suave, como una práctica restaurativa o terapéutica en donde priorizas tu respiración, presencia que ayudan a nutrir el cuerpo y relajar profundamente el sistema nervioso.
Conecta con tu propósito
El final de año es una oportunidad perfecta para explorar cómo ha cambiado nuestra conexión con nuestro propósito e intenciones a lo largo de los últimos meses. Este es un buen momento para la introspección: pregúntate qué has aprendido, qué te gustaría mejorar, y qué podrías agradecer de lo vivido. La meditación te ayuda a estar presente, a observar tus emociones y pensamientos sin apegarte a ellos, y a cultivar un sentido de calma y claridad.
Práctica recomendada: Dedica cinco a diez minutos cada día a una meditación guiada o de respiración consciente. Lleva tu atención a tu interior, sintiendo cada inhalación y exhalación, y visualizando cómo te llenas de paz y te liberas de cualquier preocupación o tensión acumulada.
Integra la gratitud y el agradecimiento
La gratitud es una práctica espiritual que nos ayuda a recordar que cada instante es valioso y que incluso los desafíos traen consigo aprendizajes. Al llegar al final del año, practica el agradecimiento por los momentos que has vivido, las personas que te han acompañado, y las lecciones que has integrado. La gratitud es una forma de abrir el corazón, y nos permite cerrar ciclos con amor y aceptación.
Práctica recomendada: Antes de dormir, repasa tres cosas por las que te sientes agradecida ese día. Puede ser algo sencillo, como haber disfrutado de una comida, un momento de risa, o simplemente el poder moverte y practicar yoga.
Cierra el Año con una intención de renovación
El final de año es también un momento para visualizar con qué energía deseas empezar el próximo ciclo. Más que pensar en "metas", te invito a preguntarte cómo quieres sentirte.
¿Qué emociones y actitudes quieres llevar contigo al nuevo año?
Puede ser paz, creatividad, fortaleza, amor, o cualquier otra energía que sientas que nutra tu camino. Permítete visualizar este nuevo ciclo como un lienzo en blanco, uno que puedes llenar con tus intenciones más auténticas.
Práctica recomendada: Al final de tu práctica, siéntate unos momentos en quietud y visualiza esa intención para el próximo año. Siente cómo esa energía se expande por todo tu cuerpo, como si fuera una luz cálida, y permite que esa intención se quede contigo al terminar tu práctica.
Este es un tiempo perfecto para abrazar todo lo que somos, con nuestras luces y sombras, y recordar que cada paso en el camino es sagrado. La práctica nos enseña a aceptar el presente tal como es, a respirar con conciencia y a encontrar un propósito en cada movimiento.
Este final de año es un recordatorio para que celebremos y soltemos, para que agradezcamos y dejemos ir.
Es un honor compartir este espacio y crecimiento contigo.
Mi mayor deseo es que puedas cerrar este año en paz, reconociendo tu propio proceso y permitiéndote descansar, sanar y renovarte.
Que este cierre de año sea una pausa llena de gratitud, amor y conexión.
Con amor y luz,
Gabriela
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